domingo, 29 de enero de 2012

Regeneracionismo

Se llama Regeneracionismo al movimiento intelectual que entre los siglos XIX y XX medita objetiva y científicamente sobre las causas de la decadencia de España como nación y exige una reforma política urgente que solucione los problemas políticos del país.
Tras el desastre del 1898 y la liquidación del imperio colonial español surgió en la sociedad española este espíritu renovador, desarrollándose una corriente política y cultural de crítica al sistema de la Restauración cuyo líder, Joaquín Costa, proponía modernizar al país con reformas educativas, económicas y culturales como remedio a sus males. 
Para los regeneracionistas, el sistema político de la Restauración había fracasado, pero ese sistema no ha agotado todas las posibilidades de España, al ser un mecanismo de minorías, que había dejado al margen a amplios sectores de la población. El país debe contar con estos sectores marginales e inyectar con ellos savia nueva al organismo de la Administración.
La palabra regeneración se usa ya a principios del siglo XIX y está tomada del léxico médico, como antónimo de corrupción, a fin de expresar una expectativa política. Su desarrollo a fines del siglo XIX es una consecuencia directa de la crisis del sistema político fundado por Cánovas en la Restauración: la alternancia de partidos, que había proporcionado al país una falsa estabilidad basada en su triunfo en las Guerras carlistas, era ilusoria y se sostenía sobre la base de una gran corrupción política que impedía visualizar la efectiva miseria del pueblo y el mal reparto geográfico de una tardía revolución industrial, el caciquismo, el pucherazo electoral y el triunfo de una oligarquía económica y política. 

lázaros

Lázaros hace referencia a votos de fallecidos que, sobre el papel, resucitaban como el Lázaro de los evangelios. Era este sistema uno de los elementos del fraude electoral en la Restauración, por la que una persona fallecida ejercía el voto fraudulentamente, al estar aún inscrita en el censo electoral.

pucherazo

El pucherazo era uno de los métodos de manipulación electoral usados durante la Restauración borbónica. Así se conseguía la alternancia pactada previamente entre el Partido Liberal y el Partido Conservador. Para llevar a cabo la manipulación, se guardaban papeletas de votación (por ejemplo en pucheros, de ahí la denominación que se popularizó), y se añadían o se sustraían de la urna electoral a conveniencia del resultado deseado.

viernes, 27 de enero de 2012

Los últimos de Filipinas. comentario tema 6


1. Nos encontramos ante un documento iconográfico consistente en una fotografía en blanco y negro tomada el 2 de septiembre de 1899 en el patio del cuartel Jaime I de Barcelona. Es una fuente primaria y su contenido es militar. Se representa a los 33 supervivientes del asedio de Baler, en las Filipinas, tras su regreso a España una vez terminada la guerra. Su finalidad es ensalzar y reconocer la valentía mostrada por los soldados españoles que resistieron 11 meses el cerco de los independentistas filipinos.


2. El 10 de diciembre de 1898 se firmaba en París el tratado por el que España vendía a Estados Unidos, por 20 millones de dólares, el archipiélago filipino. La antigua metrópoli se daba así de bruces con el siglo XX, en el que EE UU empezaba a mostrarse como la gran potencia mundial que es hoy en día. A la hora de estampar esa firma, poco parecía importar que un pequeño batallón de 52 militares españoles tratara todavía de mantener su posición en el país asiático. Lo harían hasta el 2 de junio de 1899, atrincherados en la iglesia de Baler, fecha en la que el líder filipino Emilio Aguinaldo no sólo les perdonaba la vida, sino que reconocía públicamente su valor.
Los diferentes emisarios españoles enviados a Baler para conseguir la rendición de las tropas nacionales no lograron sus propósitos. Una y otra vez los sitiados desconfiaban de los visitantes negándose a deponer las armas. El último en intentarlo fue el teniente coronel Aguilar, mandado por el gobernador general español, quien tuvo que marcharse sin conseguir su objetivo. Sin embargo, al ojear unos periódicos que Aguilar dejó en la iglesia, los sitiados comprendieron que España ya no poseía el control de la isla y que no tenía ya sentido seguir resistiendo en la iglesia. El 2 de junio de 1899 el destacamento de Baler acabó rindiéndose dando fin a 337 días de asedio. 
Las autoridades filipinas aceptaron condiciones honrosas de capitulación y permitieron su paso, sin considerarles prisioneros, hasta Manila, con el presidente filipino Aguinaldo emitiendo un decreto en el que exaltaba su valor. Tras un recibimiento apoteósico en la capital filipina, los supervivientes fueron repatriados a España.




los hijos ilegítimos de la reina Maria Luisa de Parma

Tal y como publica en su libro "Bastardos y Borbones" el autor José Mª Zavala, la reina María Luisa de Parma, esposa del rey Carlos IV, en su lecho de muerte y bajo secreto de confesión, reconoció que ninguno de sus hijos ni hijas lo fue de su legítimo matrimonio con su esposo. Y fueron 14 alumbramientos los que tuvo. Todos fruto de sus numerosos amantes, entre los que se encontraban no solo el valido Manuel Godoy sino que anteriormente su propio hermano mayor Luis Godoy, tqambién como él Guardia de corps.

En el cuadro de Goya "La familia de Carlos IV", el protagonista de la obra, según Zavala, no es el rey Carlos IV, sino el infante Francisco de Paula. Tanto él como su hermana la infanta María Isabel, con sus narices respingonas, un calco de la de Godoy, contrastaban con las narices prominentes borbónicas del resto de los retratados. Por lo que se cree que ambos serían hijos de la reina y del entonces amante de la reina Manuel Godoy.

Aquí tenéis el cuadro de la familia de Carlos IV de Goya en la que están identificados todos los personajes retratados en él. Observar principalmente a la infanta María Isabel y, sobre todo, al infante Francisco de Paula.

jueves, 26 de enero de 2012

El descubrimiento de América. Cómo empezó y cómo ha terminado.


                                                       Publicado en La Campana de Gràcia, 1898
                                                                        



  1. Nos encontramos ante un documento iconográfico, concretamente ante un dibujo satírico publicado en La Campana de Gracia en 1898. Es un documento de fuente primaria y de temática política, cuyo destinatario son los lectores de la revista, y su finalidad era la crítica a la  gestión de la Guerra de Cuba llevada a cabo por los gobiernos de la Restauración. Se publicó en el semanario satírico, republicano y anticlerical  La Campana de Gràcia, editado en Barcelona entre 1870 y 1934. Resultó una de las publicaciones más influyentes en la Cataluña de finales del siglo XIX. Es un documento de carácter público.
  2. El dibujo se divide en 2 partes. Está hecho en blanco y negro y en la parte superior se representa a las 3 carabelas de Colón descubriendo un nuevo Mundo representado con un sol naciente y en cuyo centro aparece el nombre de Cuba. Es un instante de optimismo y alegría.  Representa un momento importante de la historia de España como es el descubrimiento de América, una época de esplendor de nuestro país en el que ampliamos los confines del mundo conocido. España entonces se situaba como la gran potencia mundial que será durante el siglo XVI, respetada y temida por el resto de países. En la imagen inferior ese amanecer lleno de luminosidad, grandeza y optimismo ha desaparecido por un ambiente nocturno, pesimista y decadente. Los barcos regresan del Nuevo Mundo 400 años después cargados de soldados  mutilados, heridos, raquíticos y enfermos, que deben ser ayudados por otros compañeros porque difícilmente se mantiene en pie. El ambiente de derrota y decadencia es notorio. España tras la pérdida de sus últimas colonias ha dejado de ser una potencia de primera categoría, para convertirse en un país moribundo, de segunda fila, sin prestigio y sin honor. Y la culpa sin duda se debe a los partidos  de la Restauración, que no han sabido evitar una guerra que nos ha conducido a la pérdida de nuestras últimas colonias en el Caribe y en el Pacífico.Las condiciones de vida de nuestros soldados de reemplazo en la isla de Cuba fueron deplorables: enfermedades tropicales, malnutrición, escasez de medicinas, armamento inapropiado y escaso, ataques de la guerrilla cubana, rechazo de parte de la población cubana, etc. Todo esto ayuda a entender el estado lamentable que nuestro ejército en Cuba presentaba tras la repatriación final.
  3. El año de 1898 marca el fin de nuestras colonias en ultramar. La intervención de EEUU tras el hundimiento accidental del Maine será clave en la derrota de nuestro ejército y de nuestra armada. Los desastres navales de Cavite y de Santiago de Cuba nos llevarán a la firma del Tratado de París por el cual cederemos nuestras colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a EEUU. Una nueva potencial mundial (EEUU) sustituye a un país en decadencia (España) arrebatándole su imperio colonial justo cuando las grandes potencias mundiales (Francia, Gran Bretaña, Alemania, Japón) están forjando nuevos imperios en África y Asia. Las consecuencias de esta derrota no se harán esperar, sobre todo en el terreno moral e ideológico, con la aparición de un nuevo elenco de escritores (la Generación del 98) y sobre todo de políticos e intelectuales regeneracionistas que propondrán una serie de medidas reformistas para sacar al país de su parálisis política y económica. Joaquín Costa con su crítica certera al caciquismo y su propuesta de "despensa y escuela" será el principal representante de esta línea regeneradora del país, que en los primeros años del reinado de Alfonso XIII la seguirán tímidamente políticos de los partidos de la restauración como Maura y Canalejas. 


COMENTARIO manifiesto de Sandhurst

MANIFIESTO DE SANDHURST

Afortunadamente, la monarquía hereditaria y constitucional posee en sus principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta para que todos los problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de conformidad con los votos y la conveniencia de la nación.

No hay que esperar que decida ya nada de plano y arbitrariamente. Sin Cortes no resolvieron los negocios arduos de los príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de la monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo en mi condición presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los procedimientos parlamentarios.

Sea lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal.

                                                 Alfonso de Borbón. Sandhurst, 1 de diciembre de 1874


1. Nos encontramos ante una carta privada que el príncipe Alfonso escribe a Antonio Cánovas del Castillo pero con el ruego de que se hiciese pública. El firmante es el príncipe Alfonso, aunque el redactor de la carta es, con toda seguridad, el propio Cánovas, encargado de los intereses políticos del príncipe al dirigir su partido en España. Por tanto nos encontramos ante una fuente primaria, de contenido claramente político, destinado a todos los españoles y por tanto de carácter público. Está firmado en la academia militar de Sandhurst (Inglaterra), donde el príncipe completaba su formación militar.
Cánovas del Castillo había sido redactor en 1854 del Manifiesto de Manzanares, y había ocupado cargos políticos durante el gobierno de la Unión Liberal. Durante el Sexenio democrático, pasó a dirigir el partido alfonsino, promoviendo como solución a los problemas políticos del país la restruración de los Borbones en la persona del príncipe Alfonso. Cuando Martínez Campos se pronuncia en Sagunto a favor del príncipe, Cánovas asumirá la presidencia-regencia del país hasta el regreso del futuro rey.

2. La idea principal de este fragmento del manifiesto hace referencia al compromiso explícito del príncipe con una monarquía liberal y constitucional. También aparece como ideas secundarias la referencia a la larga tradición histórica de las Cortes españolas que siempre han ayudado a los monarcas a gobernar el país, y una mención especial a la experiencia política parlamentaria  del siglo XIX, que ya había arraigado en los españoles.

Por último, el futuro monarca se compromete a aunar modernidad (liberalismo) con tradición (catolicismo), ideologías que hasta entonces difícilmente habían podido caminar juntas.

El Manifiesto de Sandhurst equivale a la presentación formal de la candidatura del príncipe Alfonso para la restauración monárquica, en un momento en el que la república autoritaria de Serrano no contaba ni con los apoyos sociales y políticos suficientes, ni tampoco era capaz de resolver los graves problemas del país (guerras carlista y cubana principalmente).

En esta sociedad española, en la que siempre habían pesado mucho las convicciones católicas de la mayor parte de la población, el régimen monárquico se presentaba como la garantía de conciliación entre religión católica y liberalismo, hasta entonces incompatibles.

Finalmente, al principio del fragmento se aprecia como Alfonso se presenta como un monarca constitucional que propone un régimen representativo y parlamentario ("conformidad con los votos y la convenciencia de la nación"). Este régimen sería, además, garantía de la paz social después de los convulsos años del Sexenio democrático.

3. España acababa de terminar el largo proceso revolucionario llamado Sexenio Democrático, durante el cual se habían sucedido en estos 6 años una revolución (la Gloriosa), seguida de un gobierno provisional y una regencia, a continuación una monarquía democrática muy inestable y corta,  y para terminar una República que  fracasasó al no acabar ni con la inestablidad  política (4 presidentes en menos de 1 año) ni  con la social (cantonalismo, guerra carlista y cubana).  La República autoritaria de Serrano no fue más que el punto y final a la experiencia republicana, que terminó tras el pronunciamiento militar en Sagunto de Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, proclamando rey a Alfonso XII y adelantando los planes restauracionistas que Cánovas había planificado.






viernes, 20 de enero de 2012

el caciquismo

EL CACIQUISMO.


1.  Se trata de un documento de temática política escrito por Macías Picavea en el año 1899 por lo que es una fuente primaria. Es un extracto de un ensayo titulado “El problema nacional” escrito a raíz del desastre del 98 y que versa sobre uno de los fenómenos más singulares de la Restauración: el caciquismo. Es un documento público y su destinatario son los lectores en general del país.

Macías Picavea (1847-1899) fue un intelectual cántabro dedicado a la docencia y defensor de las ideas progresistas y regeneracionistas. En 1899 escribe su ensayo más importante: “El problema nacional”, en el que describe una cruda radiografía de la realidad española durante la Restauración y formula una propuesta de salvación nacional. Pensó que solo un “cirujano de hierro” podría sacar a España de su postración.

2. En este texto Picavea retrata el funcionamiento del caciquismo dentro de la política nacional. Las elecciones eran una simple teatralidad puesto que aunque cumpliesen todas las legalidades formales estaban amañadas de antemano por los “Sumos Caciques”, los cuales designan a los candidatos a Cortes simulándose una contienda electoral que es falsa puesto que ya antes los partidos conservador y liberal habían pactado el cambio de gobierno de manera que con las elecciones se legitimaba la operación política. Sólo uno era el candidato oficial, el determinado por los “Sumos Caciques”. Y ahí entraba en funcionamiento la influencia caciquil para manipular el proceso “presionando sobre las diferentes áreas de la red social para que todos votasen por el candidato propuesto”. Los métodos para conseguirlo eran variados: comprar los sufragios de los electores (“las voluntades se compran”), presionarles de diversas formas (negarles o darles empleo, violencia física); y si todas las presiones fallaban, restaba el recurso de perpetrar un “pucherazo” manipulando el acta de escrutinio o introduciendo en la urna las papeletas adecuadas. Así se obtenían resultados perfectos.

Pero Picavea es un intelectual regeneracionista, le mueve un interés patriótico y pretende una moralización de España, observando como las “intrigas y zancadillas” de los caciques poco a poco van “arruinando la moral pública del país”. No se eligen como diputados o concejales a los mejores individuos bien preparados y con una preocupación por la defensa del interés nacional sino a los que destacan por su “apego a los Sumos Caciques”.

Picavea reconoce en el texto que el caciquismo es uno de los mayores escollos para restablecer la fortaleza de la nación. Y por eso lo denuncia  y se plantea como solución a la crisis de España su europeización.

3. Durante el período de la Restauración se daba un turno pacífico de los dos grandes partidos dinásticos desde sus jefaturas nacionales en Madrid, donde se constituyeron comités o círculos en manos de "notables", que organizaban la maquinaria electoral pertinente. Estos comités controlaban el poder en las provincias mediante la práctica caciquil.
Para encontrar un Parlamento "adecuado", se practicaba, lo que se llamó el encasillado, que falseaba la voluntad nacional. Consistía en elaborar una lista en la que figuraban aquellos candidatos que contaban con la aquiescencia del Gobierno, junto a la relación de los distritos en los que aparecía dividido el país. Estos candidatos oficiales tenían prácticamente ganada la elección antes de que se realizara, si bien, cuando existían desacuerdos, se aplicaba el llamado pucherazo, consistente en emplear la coacción, la violencia, el fraude, la compra de votos, etc. A veces, sin más, se falsificaban las actas en favor de un determinado candidato.
El caciquismo era, pues, un fenómeno sociopolítico que se expresó en España desde mediados del siglo XIX hasta cumplirse el primer tercio del XX.
Los caciques constituían una élite local o comarcal arraigada en una determinada comarca, en la que ejercían una gran influencia y poder personal y aparecían ante los ojos de la gente como los intermediarios entre la sociedad y el Estado, capaces de conseguir favores y resolver problemas. Su poder sobre la población, especialmente en las zonas rurales, era incontestable y sus decisiones no admitían discusión.
Eran, por tanto, los más influyentes de la localidad, aunque para ello no tuvieran que ser necesariamente los más ricos.  Relacionados con el gobernador civil respectivo o con personajes de Madrid, se convertían en dispensadores de favores y prebendas a cambio de votos,  y en generadores de un "clientelismo" de adictos.


“¿Cómo funciona esta singular máquina de la política nacional? El primer paso son las elecciones, que aparecen aquí como una institución de los Estados de Derecho modernos, aunque en el fondo sean un artificio más del caciquismo. Los caciques designan previamente a los candidatos, que proceden, en los diferentes niveles de las elecciones generales, provinciales, locales) de sus propias filas caciquiles. Los del bando contrario hacen lo mismo y la lucha electoral simula entonces una contienda política de verdad. Pero el planteamiento es, en realidad, diferente: apenas los candidatos saltan a la palestra, la máquina caciquil empieza a moverse con frenesí, presionando sobre las diferentes áreas de la red social para que todos votasen por el candidato propuesto. En un país donde las leyes son una burla, todos, quien más quien menos, tienen algo que perder y solo el padrinazgo acude vertiginoso a favor del candidato propuesto. No hay escape posible.
Fruto de este compadreo son los ayuntamientos, diputaciones y cortes, formados por individuos seleccionados, no por sus preocupaciones y saberes en este o aquel problema, sino por su apego a los Sumos Caciques. Lo que sigue a las elecciones no es una política enraizada en los intereses nacionales, sino una actitud de intrigas y zancadillas, que poco a poco va arruinando la moral pública del país".

RICARDO MACÍAS PICAVEA: El problema nacional: hechos, causas y remedios. 1899.


miércoles, 18 de enero de 2012

COMENTARIO Las Bases de Manresa

LAS BASES DE MANRESA
Poder central
Base 1a. Sus atribuciones.
a. Las relaciones internacionales.
b. El ejército de mar y tierra, las obras de defensa y la enseñanza militar.
c. Las relaciones económicas de España con los aranceles y el ramo de Aduanas.
d. La construcción, y conservación de carreteras, ferrocarriles, canales y puertos que sean de interés general....
e. La resolución de todas las cuestiones y conflictos interregionales
f. La formación del presupuesto anual de gastos.
Poder regional
Base 3 a. La lengua catalana será la única que, con carácter oficial, podrá utilizarse en Cataluña y en las relaciones de esta región con el Poder Central.
Base 4 a. Sólo los catalanes, lo sean por nacimiento o por virtud de naturalización, podrán desempeñar en Cataluña cargos públicos, incluso tratándose de gobernativos y administrativos que dependan del Poder Central.
 También deberán ser ejercidos por catalanes los cargos militares que comporten jurisdicción.
Base 5a. La división territorial sobre la que se desarrolla la gradación jerárquica de los Poderes gubernativos,
administrativos y judiciales, tendrá por fundamento la comarca natural y el municipio.
Base 6a. Cataluña será la única soberana de su gobierno interior. Por lo tanto, dictará libremente sus leyes orgánicas;
cuidará de su legislación civil, penal, mercantil, administrativa y procesal; del establecimiento y percepción de impuestos;
de la acuñación de moneda, y tendrá todas las demás atribuciones inherentes a la soberanía que no correspondan al Poder central, según la Base 1ª.
Base 7 a. El Poder legislativo Regional radicará en las Cortes Catalanas, que deberán reunirse todos los años en
época determinada y en lugar diferente.
Las Cortes serán formadas por sufragio de todos los cabezas de familia agrupados en clases fundadas en el
trabajo manual, en la capacidad o en las carreras profesionales y en la propiedad, industria y comercio,
mediante la correspondiente organización gremial en lo que sea posible.
Base 8 a. El Poder judicial se organizará restableciendo la antigua Audiencia de Cataluña. Su presidente y
Vicepresidentes, nombrados por las Cortes, constituirán la suprema autoridad judicial de la Región, y se establecerán los
Tribunales inferiores que sean necesarios, debiendo ser fallados en un período de tiempo determinado, y en
última instancia dentro de Cataluña, todos los pleitos y causas. Se organizarán jurisdicciones especiales como la industrial y la del comercio.
Los funcionarios del orden judicial serán responsables.
Base 9". Ejercerán el Poder ejecutivo cinco o siete altos funcionarios nombrados por las Cortes, los cuales estarán al frente de las diversas ramas de la administración regional.
Base 13". La conservación del orden público y seguridad interiores de Cataluña serán confiadas al sometent, y
para el servicio activo permanente se creará un cuerpo semejante al de los Mossos d'Esquadra o de la Guardia Civil. Todas esas fuerzas dependerán por entero del Poder regional.
Base 15". La enseñanza pública, en sus diferentes ramas y grados, tendrá que organizarse de una manera
adecuada alas necesidades y carácter de la civilización de Cataluña.
La enseñanza primaria será sufragada por el municipio, y, en su defecto, por la comarca; en cada una de ellas,
según sea su carácter agrícola, industrial, comercial, etc., deberán establecerse escuelas prácticas de agricultura,
de artes y oficios, de comercio, etc. Deberá informar de los planes de enseñanza, el principio de división y especialización de las
carreras, evitando la enseñanza enciclopédica.
Manresa, 27 de marzo 1892. - El Presidente,
Lluís DOMÉNECH I MONTANER. - Los secretarios, Enric PRAT DE LA RIVA, Josep SOLER I PALET.

Este documento consiste en una fuente primaria redactada en Manresa en el año 1892 durante la 1ª Asamblea de la Unió Catalanista y presidida por el arquitecto Lluis Doménech i Montaner. Su temática es jurídico-política y constituye el primer proyecto de estatuto de autonomía para Cataluña.

La Unió Catalanista era una organización fundada por la Lliga Regionalista que tenía como finalidad reunir a las asociaciones catalanistas para trabajar en la propaganda de las ideas regionalistas. Su secretario fue Enric Prat de la Riba. A Manresa concurrieron 250 delegaciones en representación de 100 localidades catalanas. es un documento público y está dirigido esencialmente a la población catalana y especialmente a la nacionalista.

A través de un extenso articulado se configuraba un estado federal y se fijaban las atribuciones del poder central en Cataluña: relaciones internacionales, ejército, aranceles y aduanas, obras públicas de interés general, solución de conflictos entre regiones y presupuesto estatal (Base 1ª); y también las competencias del poder regional. Entre éstas destacan:

Ø      Formación de las Cortes catalanas por sufragio corporativo (Base 7ª)
Ø      Se propone el catalán como lengua oficial (Base 3ª)
Ø      Se exige que los cargos públicos fueran ocupados solo por catalanes (Base 4ª)
Ø      Se establece la división territorial de Cataluña en comarcas y municipios     (Base 5ª)
Ø      Se dota a Cataluña de total soberanía en cuanto a la legislación civil, penal, mercantil, cobro de impuestos, acuñación de moneda (Base 6ª)
Ø     Se establece que la Audiencia de Barcelona sea la máxima autoridad judicial de la región       (Base 8ª), por lo que se la dota de autonomía judicial.
Ø      El gobierno catalán estará formado por 5-7 miembros (Base 9ª) del que dependerá por entero el mantenimiento del orden público en la región (Base 13ª)
Ø      Se articula la enseñanza de manera que se imparta en catalán y adaptada a las tradiciones, costumbres y necesidades económicas de cada comarca (Base 15ª).

Sin duda las competencias que las Bases reservan al gobierno catalán son muy amplias en casi todos los aspectos (político, jurídico, económico, educativo) lo que confiere a este texto una clara influencia de la ideología federal; sin embargo, también se observa un marcado acento conservador y tradicionalista con su defensa del sufragio corporativo, su reconocimiento del somatén como cuerpo que debe velar por el orden público, y por el restablecimiento de la antigua Audiencia de Cataluña. No podía ser de otra manera puesto que en estos momentos predomina dentro del movimiento catalanista los elementos más conservadores representados por la burguesía industrial y financiera.
El texto lo enmarcamos en la época de la Restauración Borbónica, en la figura de Alfonso XII; en concreto estamos en la época del nacimiento de los Nacionalismos, en este caso el catalán. Estamos ante un grupo de oposición al sistema de la Restauración.

Uno de los hechos más importantes de finales del XIX fue la aparición de movimientos políticos de carácter nacionalista en la periferia peninsular. Hasta la Restauración, la reivindicación nacionalista se había llevado a cabo a través del republicanismo federal y del carlismo, según fuera más progresista o conservadora la interpretación. Debilitadas ambas corrientes, surgen movimientos nacionalistas que reivindican los derechos históricos catalanes, vascos, valencianos, gallegos y andaluces. En el caso del nacionalismo catalán, el exrepublicano Valentí Almirall defenderá un catalanismo progresista y federal fundando en 1882 el Centre Català, para aglutinar a todos los catalanistas. Sin embargo, otros escritores y pensadores eran partidarios de un nacionalismo catalán tradicionalista, rural y antiliberal, representado en la figura de Jacint Verdaguer.
Finalmente, en 1891 se crea la Unió Catalanista, que pretendía unificar todas las tendencias catalanistas en torno a la burguesía nacionalista y conservadora, y que promovió las Bases de Manresa.
Sin embargo, hasta 1901 no se formó el primer gran partido catalanista, la Lliga Regionalista de Prat de la Riba y Cambó.


viernes, 13 de enero de 2012

COMENTARIO CARICATURA SEXENIO

1. Se trata de un documento iconográfico, en concreto una caricatura editada por  la revista satírica "La Madeja", presumiblemente en 1875 o años posteriores. Es por tanto una fuente primaria de temática política y destinada al público en general.
Durante el Sexenio democrático se dieron cotas de libertad de expresión que no se habían dado antes. Esto produjo un importante desarrollo de la prensa satírica, especialmente revistas en las que se caricaturizaba a políticos y se hacía burla de los hechos más importantes del periodo.
Estos medios consiguieron llegar a los lectores de forma clara y amena, expresando sus mensajes de forma sencilla para un público poco culto y que entendía mucho mejor una caricatura que densos artículos políticos.
2. En este dibujo se muestra las diferentes etapas del Sexenio democrático, desde que triunfa  la revolución de 1868 hasta que en 1874 el general Martínez Campos restaura la monarquía borbónica.
Siguiendo la viñeta, el escudo real borbónico da paso a un nuevo amanecer en España, en concreto la "Gloriosa" revolución del 29 de septiembre de 1868. A bordo de la fragata Zaragoza, el almirante Topete enarbola la bandera de España con el lema de esta revolución, "Viva España con honra", que dio título al Manifiesto de los revolucionarios. A su lado se encuentra Prim y Serrano, los dos principales líderes de la septembrina. Todos están sobre el puente de Alcolea, lugar donde tuvo la batalla y el triunfo del general Serrano sobre las tropas isabelinas de Novaliches.
Los partidos firmantes del Pacto de Ostende forman el Gobierno provisional en 1868, que dará lugar al nacimiento de la peseta y cuyo principal cometidos será la elaboración de la Constitución de 1869. Una vez aprobada ésta, se instaura en el país una regencia presidida por Serrano mientras Prim se encarga como presidente del gobierno de buscar un rey para el trono vacante.
Desbancando a los demás pretendientes, Amadeo de Saboya se hace  en 1871 con el cetro de la monarquía democrática, tal y como señala el artículo 33 de la Constitución. Tras dos años de reinado, el 11 de febrero de 1873 se proclama la República española en medio de la indiferencia de la mayor parte de la población. Se destaca en el dibujo de manera ostentosa este período como el más importante de todos, representándose a los 4 presidentes de la República. El primero, Figueras, ostenta la bandera de la República Federal, sobre la inscripción "federal-algodonera"; A continuación se representa a Pi i Margall sentado en una silla contemplando su "República pirotécnica"; Salmerón, tercer presidente de la República, sostiene un libro donde se expone su filosofía krausista desde su República filosófica; y finalmente, Castelar, último presidente de la República, hace equilibrio sobre el precipicio al que está a punto de caer la República.
El 3 de enero de 1874 aparece el general Pavía como un pavo real sobre el Congreso mientras que los diputados abandonan por los tejados el edificio legislativo, por otro lado  un hombre con tupé que parece Sagasta, se escabulle  sigilosamente. En la última escena, el general Martínez Campos aparece restaurando el escudo de la monarquía borbónica, en Sagunto, donde protagonizó el pronunciamiento militar que restauró a los Borbones el 29 de diciembre de 1874 poniendo fin al Sexenio.


COMENTARIOS Desamortización de Mendizábal

COMENTARIO DE TEXTO REAL DECRETO DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL

Real Decreto Declarando la Venta de bienes del Clero (19 de febrero de 1836).
                                                                                                           
         Atendiendo a la necesidad y conveniencia de disminuir la deuda pública consolidada, y de entregar al interés individual la masa de bienes raíces, que han venido a ser propiedad de la Nación, a fin de que la agricultura y el comercio saquen de ellos las ventajas que no podrían conseguirse por entero en
su actual estado (...) conformándome con lo propuesto por el Consejo de Ministros, en nombre de mi excelsa hija la reina doña Isabel II, he venido en decretar lo siguiente:


Artículo 1º. Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raíces de cualquier clase que hubiesen pertenecido a las comunidades y corporaciones religiosas extinguidas y los demás que hayan sido adjudicados a la Nación por cualquier título o motivo.


Artículo 2º. Se exceptúan de esta medida general los edificios que el gobierno destine para el servicio público o para conservar monumentos de las artes, o para honrar la memoria de hazañas nacionales. El mismo gobierno publicará la lista de los edificios que con este objeto deben quedar excluidos de la venta
pública.


Artículo 4º. Que todos los medios rústicos susceptibles de división, sin menoscabo de su valor, o sin graves dificultades para su propia venta, se distribuyan en el mayor número de partes o suertes que se pudiere.


Artículo 5º. Que estas suertes se pongan en venta con total separación, como si cada una hubiese compuesto una propiedad aislada.
                                                                                      
En el Pardo a 19 de febrero de 1836. D. Juan Álvarez Mendizábal

Gazeta de Madrid , 21 de febrero de 1836.


  1.   El texto que se nos propone es un fragmento de documento jurídico de extraordinaria importancia: el Real Decreto de Desamortización de los bienes del clero regular, redactado por Mendizábal. Concretamente se nos presenta una parte del preámbulo del Real Decreto y cuatro artículos del mismo.
        Se trata de una de las fuentes primarias más citadas del periodo convulso de la regencia de Mª Cristina, aprobada el 19 de febrero de 1836 y publicada dos días después en la Gazeta de Madrid, publicación que posteriormente derivaría en el actual BOE.
El texto es de temática jurídica y es de carácter público, siendo su destinatario la nación entera. está firmado por la reina regente Mª Cristina de Nápoles, madre de la reina Isabel II.

  2.    Se trataba de conseguir,  con la puesta en vigor de este decreto, la desvinculación de  los bienes de la Iglesia que estaban amortizados y volverlos a poner en circulación de nuevo, medida que reflejaba los principios económicos de la revolución liberal burguesa.
        El propósito de la desamortización de Mendizábal queda expuesto en el fragmento del preámbulo que se nos propone. Por una parte se veía obligado a afrontar una Deuda Pública que estaba asfixiando al Estado (hasta el punto que se corría el riesgo real de que no se le concediesen más créditos al Estado con lo que se tendrían serias dificultades para financiar la guerra) y, por otra, se quería poner fin a las estructuras del Antiguo Régimen entregando, como dice, “al interés individual la masa de bienes raíces”, es decir, desamortizando el suelo, a fin de sacar de ellos “las ventajas que no podrían conseguirse por entero en su actual estado”, es decir, aumentando su productividad.
        En efecto, el objeto de la desamortización viene expresado en el primer artículo, en el que se indica que se trata de los bienes raíces eclesiásticos de cualquier clase, es decir, fincas urbanas o rurales, ya fueren tierras o inmuebles de otro tipo. De ahí que se la denomine habitualmente como “desamortización eclesiástica de Mendizábal”.
        En el artículo 2 se exime de la desamortización aquellos bienes del clero regular que por interés público deban conservarse prohibiéndose su venta pública.
        En los artículos 4 y 5 se hace referencia a la posibilidad de dividir las fincas en lotes más pequeños para facilitar su posible venta siempre que no se redujese su valor.


3.     La situación en España era muy preocupante. La revolución liberal luchaba por abrirse paso en medio de enormes dificultades de todo tipo. Nos encontramos en un país con una economía débil y endeudada, sufriendo la ausencia de los ingresos por la reciente emancipación de las colonias americanas y dependiente de una agricultura escasamente modernizada y con unos bajísimos rendimientos. La población campesina, que es una gran
parte de la población española, vive en una pobreza enquistada fruto, además, del problema de la propiedad de la tierra: los campesinos en su mayoría son jornaleros o arrendatarios.
Finalmente, la amenaza se cierne sobre el Estado liberal bajo la forma de una guerra civil, la Guerra Carlista. Esta Guerra suponía un doble lastre: no solo amenazaba con volver a la España del Antiguo Régimen, sino que además suponía un gasto que el Estado difícilmente podía permitirse.
        Cuando tras el pronunciamiento de los sargentos de la Granja, Mª Cristina se ve obligada a entregar el Gobierno a los progresistas, Mendizábal será nombrado ministro de Hacienda y aprovechará para poner en marcha la desamortización eclesiástica a que se refiere el documento que nos ocupa.
        El proceso desamortizador tuvo algunos antecedentes ya en el reinado de Carlos IV (1798) y durante el gobierno de las Cortes de Cádiz entre 1811 y 1813 y el Trienio Liberal (1820-1823). Pero todas, la desamortización más importante fue la llevada a cabo por Mendizábal, que se complementará años más tarde con la Desamortización General de Madoz, en 1855.
       El proceso desamortizador se acompañó de otro: la expropiación por parte del Estado de los bienes desamortizados. Así, el proceso desamortizador sirvió no solo para poner en circulación dichos bienes sino también para enjugar el déficit del Estado y amortizar la Deuda Pública.
         Además con la desamortización se pretendieron otros objetivos que no por no aparecer en el texto fueron menos importante, cuales fueron el ampliar la base social del liberalismo, obtener fondos para financiar la guerra carlista y asestar un golpe maestro a los poderes fácticos de la España del momento: la Iglesia y la nobleza.
         Aunque con la desamortización de Mendizábal aumentó ligeramente la producción del campo español, dicho aumento se debió más al aumento de la superficie cultivada (se pusieron en labor campos anteriormente en estado de abandono) que a una modernización de las técnicas agrícolas, modernización que ciertamente no llegó. Y ello se debió sobre todo a que las tierras se sacaron a subasta pública y, por tanto, solo pudieron ser adquiridas o bien por campesinos que ya eran propietarios o por otros, generalmente burgueses, que solo buscaban en la tierra un valor seguro. En cualquier caso, no sirvió para resolver el problema de la propiedad de la tierra, sino que antes bien se consolidó la estructura latifundista del centro y sur de España. Se priorizó la consecución de ingresos para la necesitada hacienda pública antes que la solución del gravísimo problema social del campo español.`


COMENTARIO GRÁFICA DE LAS DESAMORTIZACIONES
1. El documento en cuestión consiste en una gráfica de barras en la que se representan los bienes civiles y eclesiásticos desamortizados por Mendizábal y Madoz cuando ocupaban el ministerio en los años 1836 y 1855 respectivamente. Es una fuente secundaria sin que sepamos quién o quienes son los autores, y la temática es económica.

2. En esta gráfica se observan 4 etapas diferentes:
a)      un primer período (1836-1844) que se corresponde con la aprobación de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836) y los años inmediatamente posteriores a su entrada en vigor. En estos años la expropiación de bienes eclesiásticos es muy alta, llegando el valor de las propiedades a 3.400 millones de reales de vellón. Por el contrario, los bienes civiles representan un escaso valor no superando los 100 millones de reales. Este hecho nos demuestra que Mendizábal se propuso desvincular especialmente las propiedades de la Iglesia y con los ingresos obtenidos de su subasta pública financiar la guerra carlista, disminuir la deuda pública y atraerse a las filas isabelinas a los compradores de esas propiedades religiosas.
b)      Un segundo período (1845-54) en el que con claridad se interrumpe ese proceso; las fincas eclesiásticas expropiadas y vendidas apenas suponen 200 millones de reales de vellón siendo las propiedades civiles irrelevantes (50 millones). Esta parálisis del proceso desamortizador está relacionado con el cambio de gobierno tras el fin de la regencia de Espartero y la subida al poder de los moderados. Una de las primeras medidas que tomaron fue detener la expropiación y venta de los bienes eclesiásticos ya que esto perjudicaba los intereses de la Iglesia y en su programa político el moderantismo defendió el poder y la influencia de la institución eclesiástica en todas las esferas del país.
c)      El tercer período (1855-56) se corresponde con un nuevo cambio de gobierno; en este caso es el partido progresista el que sube al poder tras la Vicalvarada y en 1855 su ministro de Hacienda, Pascual Madoz publica la Ley General de Desamortización por la cual se ponen en subasta todos los bienes civiles de propios y comunales propiedad sobre todo de los municipios. Por eso en esta 2ª desamortización serán las propiedades civiles las que superen con creces a las eclesiásticas en su valor pecuniario. En esta etapa las expropiaciones civiles llegan a 500 millones de reales y las eclesiásticas a 450 millones. También la desamortización de Madoz afectó a bienes de la Iglesia que aún no habían sido desvinculados. La finalidad de esta ley era favorecer el desarrollo industrial del país subvencionando a las compañías que invirtieran en la construcción de la red ferroviaria.
d)      El último período (1856-67) coincide con un nuevo gobierno, de carácter moderado (Unión Liberal y posteriores gobiernos moderados). Estos años son los de verdadera aplicación de la Ley de Madoz por lo que se multiplican los bienes expropiados llegando los de los ayuntamientos a 2.800 millones de reales y los eclesiásticos a 1.300 millones; no tuvo objeciones los diferentes gobiernos moderados en aplicar esta ley puesto que afectaba principalmente a las propiedades civiles y menos a las eclesiásticas.

3. En síntesis, la labor desamortizadora llevada a cabo por lo distintos gobiernos liberales durante los años centrales del siglo XIX afectó más en conjunto a los bienes eclesiásticos que a los civiles. Esto nos demuestra la enorme riqueza e importancia que la Iglesia tenía en la España del siglo XIX, mucho mayor que la de los municipios.
El liberalismo español pensaba que con la desvinculación de las propiedades en “manos muertas” y su salida al mercado los nuevos compradores invertirían y mejorarían los rendimientos de sus fincas propiciando el desarrollo económico del país. Por otro lado también se quería que el pequeño campesino accediera a la propiedad de esas tierras, produciéndose así una reforma agraria que mejorase las condiciones de vida del campesinado en general. Pero nada de esto ocurrió. Los nuevos propietarios fueron casi siempre burgueses que no explotaban directamente sus fincas y que no invirtieron en su mejora. A lo sumo se generó un aumento de la superficie cultivada pero no de los rendimientos, ya que gran parte de las propiedades de la Iglesia y ayuntamientos estaban ocupadas por monte bajo y bosques que fueron roturados y puestos en cultivo. Además, los campesinos no pudieron comprar unas fincas subastadas libremente en el mercado que fueron adquiridas en muchos casos por especuladores o burgueses urbanos (funcionarios, militares, profesionales liberales) ajenos al mundo rural y que lo que pretendían eran ganar dinero rápido y de manera fácil. Por otro lado los campesinos vieron perjudicado su situación económica al no poder aprovecharse del uso de las propiedades comunales de los ayuntamientos que tras la desamortización de Madoz fueron privatizadas. Muchos de ellos sufrieron un proceso de proletarización que los convirtió en jornaleros trabajando por un salario en las fincas de los nuevos compradores. Esto provocará en años posteriores numerosas revueltas campesinas con ocupaciones de fincas, quema de cosechas, matanzas de ganado, robos, destrucciones de los registros de propiedad, etc. que demuestran el enorme descontento que la reforma agraria liberal  generó entre el campesinado español.

A modo de conclusión, las desamortizaciones beneficiaron a la clase burguesa, ayudó a afianzar el liberalismo en España, fracasó como intento de reforma agraria agravando las desigualdades sociales en el campo, no resolvió los problemas de escasa productividad y atraso del campo español y tampoco ayudó al despegue industrial puesto que la agricultura no demandó maquinaria agrícola ni tampoco elevó el poder adquisitivo del campesinado español que permitiría el surgimiento de un mercado nacional que demandase productos industriales.

COMENTARIO Convenio de Vergara

COMENTARIO DE TEXTO “EL CONVENIO DE VERGARA”


Art. 1. El capitán general D. Baldomero Espartero recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros.

Art. 2 Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes, oficiales y demás individuos dependientes del Ejército del teniente general D. Rafael Maroto..... defendiendo la Constitución de 1837, el trono de Isabel II y la regencia de su augusta madre, o bien de retirarse a sus casas los que no quieran seguir con las armas de fuego.

Cuartel de Vergara, 31 de Agosto de 1839.
Rafael Maroto


Se trata de un documento de fuente primaria, redactado y firmado de común acuerdo por los generales Espartero (liberal), y Maroto, jefe de las tropas carlistas en el País vasco-navarro. Los autores del convenio por tanto son ambos generales, y su destinatario sería los dos bandos contendientes de esta guerra civil. Tiene un carácter público, y su temática es político-militar.

El texto nos presenta una serie de fragmentos del Convenio de Vergara, que posibilitaba la rendición de las armas por las tropas carlistas bajo ciertas condiciones. La idea fundamental es el acuerdo de paz firmado por liberales y carlistas. Las condiciones para el cese de las actividades bélicas se concretan en 10 artículos, 2 de ellos incluidos en el texto, que muestran tras su lectura un afán conciliatorio.
En el artículo 1 se incluye una ambigua promesa de mantenimiento de los privilegios forales de vascos y navarros. Espartero, al comprometerse a “proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros”, actuaba con notable independencia, ya que sabía que primetía algo que era de la exclusiva competencia de las Cortes.
En el artículo 2 se reconoce por parte de los isabelinos los empleos, grados y condecoraciones de oficiales que habían servido en el bando carlista, para así permitir su reinserción en el Ejército regular español.

En este acuerdo como hemos visto predominó la búsqueda de reconciliación entre ambos bandos y el deseo de reintegrar a los derrotados carlistas en el nuevo sistema político liberal. El entendimiento solo fue posible tras el triunfo de las tesis de los carlistas más moderados, dirigidos por el general Maroto, favorables al pacto con los isabelinos a cambio del respeto a los fueros. Por su parte, los carlistas más extremistas creían en el establecimiento de un gobierno absolutista y se negaron a aceptar cualquier salida pacífica al conflicto. Fue el propio Maroto quien inició las negociaciones sin el consentimiento del pretendiente al trono, don Carlos, e incluso ordenó la detención y posterior fusilamiento de varios generales conservadores carlistas, acusándoles de traición.
Tras el fracaso de la Expedición Real en 1837, el regreso de un ejército no vencido, pero tampoco vencedor, a unas provincias ya cansadas y exhaustas acelera el fin. Las conversaciones secretas de Maroto con Espartero culminaron en el Convenio de Vergara, que preparó el fin de la contienda. El general liberal se comprometía a interceder en Madrid por los fueros, mientras que los pactistas de Maroto, con sus pagas y ascensos asegurados, reconocían a Isabel II como reina.
La pacificación del País Vasco y Navarra permitió a los ejércitos carlistas concluir la guerra en 1840 con el sometimiento de Cataluña y el Maestrazgo, donde el general Ramón Cabrera continuaba resistiendo y se negaba a cumplir el acuerdo de paz. No obstante la guerra civil concluyó con la victoria de las tropas liberales tras la caída de Morella, último fortín de Cabrera, y con la huida de don Carlos a Francia.
El Convenio de Vergara incluía una ambigua promesa de mantenimiento de los privilegios forales de vascos y navarros. Sin embargo, poco después, en 1841, se aprobaron varias leyes según las cuales Navarra perdía sus aduanas, exenciones fiscales y militares, y sus instituciones propias de autogobierno, como las Cortes. Pero a cambio, los navarros consiguieron un sistema fiscal muy beneficioso, consistente en el pago de un cupo contributivo único anual, de reducida cuantía, a la Hacienda estatal.
En 1841, las 3 provincias vascas también fueron privadas de privilegios forales, como las aduanas y las Juntas. No obstante, la población vasca conservó su exclusión, privilegiada y excepcional, del servicio militar obligatorio.
Algunos años después, en 1846, se produjo un nuevo recorte de los fueros vascos con la introducción de los “conciertos económicos”, por los cuales se calculaba la contribución anual de los vascos a los gastos generales del Estado. La cantidad total era fijada, de manera pactada, entre los representantes de las 3 diputaciones forales vascas y el gobierno estatal. Este modelo fiscal resultó bastante ventajoso para la población vasca.



COMENTARIO MAPA 1ª GUERRA CARLISTA.

Nos encontramos ante un mapa de la Península Ibérica y Baleares, correspondiente a los hechos ocurridos durante la 1ª guerra carlista durante los años 1833-1840. Se trata de una fuente secundaria y su temática es claramente militar.

En el mapa podemos observar la presencia de varios colores y símbolos. El color violeta nos indica las zonas del país de mayor intensidad del carlismo, el tono rosado hace referencia a las áreas de cierta influencia carlista, mientras que finalmente el color amarillo representa los territorios liberales. También observamos flechas de dos colores que hincapié en las dos expediciones protagonizadas por las tropas carlistas: en color rojo la del general Gómez, y en tono azul la del propio don Carlos. Por último, en círculos amarillos y azules se nos muestran las principales ciudades liberales y carlistas respectivamente, al igual que con otro símbolo azul aparecen los dos asedios carlistas más importantes.

Este mapa nos muetra como las zonas con mayor presencia carlista se dan en el norte del país básicamente, y muy especialmente en los territorios de Navarra, País Vasco, Maestrazgo y norte de Cataluña. Por el contrario, en centro y sur de España y Baleares fueron de mayoría liberal durante toda la guerra, salvo algunas áreas muy concretas de Sierra Morena y norte de Extremadura, donde el carlismo arraigó algo. Los motivos de esta distribución geográfica obedece a los diferentes apoyos sociales y territoriales que cada uno de los bandos en guerra tuvo durante el conflicto civil. Así, los carlistas fueron ayudados por campesinos, pequeña nobleza y clero regular y rural del norte de España, al igual que artesanos de la meseta norte. Todos estos grupos sociales estaban disconformes por diferentes motivos con el liberalismo, al sentir que perdían parte de sus privilegios y status socio-económico. A esto hay que unir el hecho de que el liberalismo con su pretensión uniformizadora y centralista suponía un ataque frontal a las costumbres, tradiciones y fueros que, sobre todo, en el País Vasco y Navarra se mantenían vigentes.
En el bando liberal se contaba con el apoyo de los grandes beneficiarios de la legislación liberal: la burguesía comercial, industrial y financiera, los obreros urbanos, las altas jerarquías eclesiásticas y la alta nobleza, junto con la mayor parte del ejército. Estos grupos sociales eran eminentemente urbanos, por lo que casi todas las ciudades importantes del país, incluidas las de las zonas carlistas sublevadas, fueron fieles al liberalismo. Así se puede contemplar en el mapa como ciudades vasconavarras como Vitoria, San Sebastián, Pamplona y Bilbao siempre se mantuvieron liberales, e incluso estas dos últimas sufrieron asedios carlistas feroces, en especial el sitio de Bilbao. También Huesca en Aragón y Barcelona en Cataluña consiguieron mantenerse fieles al bando gubernamental a pesar de estar rodeadas de territorio hostil.
Al comenzar la guerra civil en 1833, los carlistas se hicieron fuertes especialmente en el País Vasco y Navarra. Allí, la presencia del general Zumalacárregui permitió la formación de un verdadero ejército a partir de grupos guerrilleros, consiguiendo dominar casi todo el territorio vasconavarro aunque sin poder conquistar las principales ciudades. Precisamente en el asedio a Bilbao el general Zumalacárregui murió en 1835, lo que conllevó la pérdida del mejor estratega dentro del bando carlista.
Entramos a partir de 1835 en una segunda fase, la de las Expediciones carlistas, en las que se intenta extender la insurrección a otras zonas del país. Así, en 1836, el general carlista Gómez partiendo desde el País Vasco recorre gran parte del país intentando sublevar con escaso éxito regiones como Galicia y el cantábrico, ambas Castillas , Andalucía y Extremadura, para finalmente regresar a su cuartel en Vizcaya. Por otro lado un año más tarde será el propio pretendiente Carlos VI el que intentará entrar en Madrid al mando de otro ejército tras atravesar Navarra y Aragón. Sin embargo no contó con los apoyos esperados y regresó meses después a Estella.
Desde que el general Espartero venciera a los carlistas en 1836 en Luchana y levantara el asedio de Bilbao, la guerra entra en una nueva fase más favorable a los liberales. Los fracasos de las Expediciones Reales, el cansacio y hastío por la guerra de los habitantes vasco navarros y la eficaz dirección de las tropas isabelinas por Espartero provocó la división dentro de los carlistas entre dos grupo: los partidarios de continuar la guerra hasta el fin, con don Carlos como abanderado, y los que pretendían poner fin a la guerra tras un acuerdo con condiciones; este último grupo estaba dirigido por el general Maroto. Finalmente esta tendencia se impuso entre los carlistas y en 1839 los generales Espartero y Maroto firmaron el Convenio de Vergara que pone fin a la 1ª guerra carlista en el territorio vasco-navarro. Todavía deberá de pasar un año para que los focos catalán y del Maestrazgo fueran dominados por los liberales, en especial por la feroz defensa que el general Cabrera protagonizó en su feudo de Morella, capital del Maestrazgo. Finalmente en 1840 se toma Morella y Cabrera y don Carlos abandonan el país rumbo al exilio en Francia.



 
COMENTARIO DE CONSTITUCIÓN DE 1845.

EXTRACTO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1845
Doña Isabel II, por la gracia de Dios y de la Constitución de la Monarquía española, Reina de las Españas (…) hemos venido, en unión y de acuerdo con las Cortes actualmente reunidas, en decretar y sancionar la siguiente Constitución.

Art.2, 4, 5, 7, 9, 12, 13. Idénticos a la Constitución de 1837.

Art.11. La religión de la Nación española es la Católica, Apostólica, Romana. El Estado se obliga a mantener el culto y sus ministros.

Art.14. El número de senadores es ilimitado; su nombramiento pertenece al Rey.

Art.15. Sólo podrán ser nombrados senadores los españoles que, además de tener treinta años cumplidos pertenezcan a las clases siguientes: Presidentes de alguno de los Cuerpos Colegisladores (…), Ministros de la Corona, Consejeros de Estado, Arzobispos, Obispos, Grandes de España, Capitanes Generales (…) Embajadores (…). Los comprendidos en las categorías anteriores deberán además de disfrutar 30.000 reales de renta, procedentes de bienes propios o de sueldos (…), jubilación, retiro o cesantía.

Art.45. Además de las prerrogativas que la Constitución señala al Rey, le corresponde (…) nombrar y separar libremente a los ministros.

Constitución de 1845



  1. Se trata de un extracto de la Constitución de 1845, es una fuente primaria, de temática jurídica, redactada por las Cortes junto con la reina, es de carácter público y su destinatario es la nación.
  1. En este extracto de la Constitución de 1845 se nos revela el carácter conservador que tuvo esta Carta Magna. Así, su redacción corresponde a la reina y las Cortes (preámbulo), se resalta el carácter confesional del estado (art. 11), se establece un Senado o Cámara Alta formado exclusivamente por altas personalidades, y con unos niveles de renta elevados (art. 15), nombrados por el rey (art. 14) y no elegidos por los ciudadanos. Por otro lado, se le reconoce a la monarquía además de la prerrogativa antes mencionada, la de elegir y destituir a los ministros del estado (art. 45). Por último, los artículos 2, 4, 5 ,7, 9, 12 y 13 son idénticos a los de la Constitución de 1837, más progresista que la actual, y en los que se recogía los derechos individuales de los ciudadanos.
  1. La Constitución de 1845 fue redactada durante la Década moderada (1844-1854), por un gobierno y unas Cortes moderadas, presidido por el general Narváez. Esta Constitución fue de las más duraderas del constitucionalismo español (hasta 1869). Este texto expresaba el ideario político del moderantismo; la Corona tiene amplios poderes, como la designación de senadores, el derecho de veto, la iniciativa legislativa y el cese y designación de los ministros. El sufragio censitario es más restrictivo y el Senado es vitalicio, además se endurecen las condiciones para ser candidato y el mandato de los diputados se alarga a 5 años. Además, la Ley Electoral de 1846 estableció un sufragio tan restringido que apenas permitía participar al 1% de la población en las elecciones al Congreso de los diputados. Igualmente el reconocimiento del catolicismo como religión oficial, y la obligación del Estado al sostenimiento del culto y clero a través de los presupuestos nos demuestran el carácter conservador de esta Constitución. Aunque conservase ciertas dosis de progresismo en los artículos referidos a los derechos individuales reconocidos por la anterior constitución, sin embargo, se establece que estos derechos y libertades serán regulados por leyes posteriores que, en muchos casos, los recortan. Recoge el texto, como vemos, la ideología del liberalismo doctrinario (defensor de la Soberanía Compartida, la restricción de los derechos individuales y el sufragio censitario muy restringido), haciendo de ella una constitución partidista, conculcando el principio de que la norma suprema del Estado debe ser válida para toda la nación.

COMENTARIO DEL MANIFIESTO DE MANZANARES


Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación.

Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854. El general en jefe del Ejército constitucional, Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena


  1. Nos encontramos ante un fragmento del Manifiesto de Manzanares; es un documento de fuente primaria y de contenido político, en tanto que es un manifiesto que invita a una revolución política. Los autores son el general O'Donnell, quien lo firma, pero lo redactó Cánovas del Castillo, entonces joven abogado del partido moderado, pero del sector puritano del partido. O'Donnell era un prestigioso militar que desde los sectores más liberales del partido moderado criticaba los desmanes autoritarios en los que habían caído los sucesivos gobiernos moderados. Este general había liderado un levantamiento millitar para cambiar el gobierno moderado. Tras el triunfo de la revolución, será apartado del poder por los sectores progresistas hasta que en 1856 consiga el poder fundando un nuevo partido, la Unión Liberal, de carácter centrista. Cánovas del Castillo será con el tiempo el gran líder del partido conservador y el principal artífice de la Restauración borbónica en 1874. El documento es de carácter público y está dirigido a toda la nación con el objetivo de que se levante en armas y apoye la sublevación militar.
  2. En el extracto del manifiesto nos encontramos con un programa de gobierno bastante ambiguo que constituye el ideario de los sublevados: mantenimiento del trono, reformas políticas (electoral, imprenta, disminución de impuestos), descentralización de la política local y restitución de la Milicia Nacional.
  3. Como se puede observar en el contenido del Manifiesto, los revolucionarios no piden derrocar el sistema monárquico ni a la reina, cosa que sí había pasado en otros países europeos, sino que solicitan acabar con la corrupción de las camarillas que actuando como grupos de presión cerca de  la reina, habían defendido intereses de banqueros y políticos corruptos. Sobre las reformas políticas, como la electoral y la de la imprenta, defienden una ampliación de libertades y derechos que desde los gobiernos moderados de Narváez y Bravo Murillo se habían ido limitando hasta constituir un gobierno autoritario. También reclaman la reducción de los impuestos que tanto daño hacían a las clases populares al gravar los principales artículos de consumo que adquirían. Concede al partido progresista una tradicional reivindicación suya, como era la restauración de la Millicia Nacional, siempre proclive a favorecer los movimientos insurreccionales en apoyo a los progresistas y a defender el liberalismo, y a la que los gobiernos moderados habían suprimido al comienzo de la Década moderada. Finalmente su petición anticentralista pretende que los entes locales tengan autonomía propia a través de la elección popular de sus miembros y puedan liberarse del excesivo control que imponía el gobierno central. El contexto histórico en el que se sitúa el texto hay que relacionarlo con los últimos gobiernos autoritarios del partido moderado y la llegada al poder del general Espartero en 1854. Los gobiernos moderados desde 1852 se caracterizaron por su autoritarismo, su corrupción, su debilidad política y el enfrentamiento con los liberales en general. Esta situación va a provocar una doble conspiración, una militar dirigida por O'Donnell y los elementos más liberales del moderantismo, y otra civil planificada por los progresistas y demócratas. En junio de 1854 se subleva O'Donnell y se enfrenta en la batalla de Vicálvaro a las tropas gubernamentales, enfrentamiento de resultado incierto y que supone un momento de indecisión en el movimiento revolucionario. Por eso se reunieron los conspiradores en Manzanares para redactar Cánovas el Manifiesto que pretendía extender la revolución a los sectores progresistas. Esta rebelión se fue produciendo en los días siguientes, extendiéndose a ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, de forma que a finales de julio de 1854 la reina Isabel II tuvo que llamar para formar gobierno al General progresista Espartero, iniciándose el bienio progresista (1854-56) de su reinado. Así pues, un levantamiento que empezó siendo dirigido por políticos y militares acabó siendo protagonizado en las calles por las clases populares organizadas por los progresistas que acabaron obteniendo el poder.