domingo, 31 de enero de 2016

LA SOCIEDAD ESTAMENTAL EN EL SIGLO XVIII


En Madrid se halla una multitud de nobles, unos opulentos, otros ricos y mucha parte pobres que no contribuyen poco a la decadencia de su población, a la agricultura, al comercio y fábricas. La alta idea que tienen concebida de su nacimiento los entretiene en la inacción, y en la ociosidad, con el pretexto de adquirir algún empleo capaz de mantener su familia con decencia, y no ponerle algún borrón, [rehúyen] el aplicarse al comercio, a las manufacturas, o a cualquier género de industria, y desprecian con altanería al labrador y al artesano. En España el que tiene origen noble, toda su descendencia es noble, por más pobre y vaga que sea; como al contrario el labrador y artesano por más riquezas que hayan adquirido [...] si no nació noble nunca lo será, si no se le concede tal privilegio por el Rey.

LARRUGA, E.: Memorias políticas y económicas, 1787, pp. 9-10 



  1. Nos encontramos ante un fragmento de la obra Memorias políticas y económicas, escrita por Eugenio Larruga. Es un texto de fuente primaria y de temática socioeconómica. Pertenece a 1 tomo de los 45 de los que se compuso la obra, que además quedó inconclusa. Fue publicada a lo largo de 13 años, teniendo un carácter público y siendo su destinatario toda la nación, a la que quería informar sobre el estado de los sectores económicos del país. Su autor fue un economista, escritor y viajero ilustrado aragonés que nació en 1747 y murió en 1803.  Fue catedrático en la universidad de Zaragoza y ocupó diversos cargos institucionales. Realizó estudios sobre la economía y la administración territorial española. 
  2. En el texto el autor describe la situación económica de una parte de la  nobleza, seguramente los hidalgos, que representan a la baja nobleza, y que so pretexto de no deshonrar a su familia, se niegan a realizar actividades manuales por lo que no salen de su pobreza y contribuyen por su inactividad a la decadencia del país. Por el contrario las personas hacendosas por más ricas que sean nunca podrán subir en el escalafón social salvo por merced regia.
  3. El autor critica claramente uno de los efectos perversos que la sociedad estamental acarreaba a la economía del país: el carácter deshonroso que las actividades manuales tenían para todo el estamento nobiliario, que por otra parte era la situada en la cúspide de la sociedad del siglo XVIII. En efecto, la nobleza solo era compatible con el ejercicio de ciertos oficios considerados honrosos y que aumentaban el prestigio social, tales como cargos administrativos y políticos, militares o eclesiásticos. Era impensable incluso para un miembro de la baja nobleza hidalga española que a pesar de vivir en la miseria, se pusiera a desempeñar un trabajo como artesano, comerciante o labrador. Eso suponía degradar socialmente a la familia, por lo que esperaban infructuosamente en muchos casos algún cargo o prebenda que le permitiera malvivir pero no manchar sus manos con trabajos manuales. Por el contrario, las clases trabajadoras eran mal vistas socialmente, incluso si algunos miembros conseguían través de su esfuerzo mejorar sus condiciones económicas y enriquecerse. Mientras no pudieran  por matrimonio o concesión real acceder a la clase nobiliaria no ascenderían socialmente en el escalafón. Este sistema de no reconocimiento del mérito sino de la sangre a la hora del prestigio social era muy oneroso para la economía del país. En primer lugar porque una parte importante de la sociedad estamental (nobleza y clero) quedaba por voluntad propia al margen de las actividades económicas productivas, por lo que no contribuía a la prosperidad del país. Por otro, la población no tenía fuertes incentivos para el trabajo y el esfuerzo ya que a menudo no se les compensaba con  reconocimiento social. El autor critica este hecho mostrando su mentalidad ilustrada al promover medidas reformistas que contribuyan a la mejora socioeconómica de la nación.  Este hecho era una de las causas que mantenían al país lejos del dinamismo económico de otros países más avanzados como Gran Bretaña y las Provincias Unidas. Por consiguiente, a pesar de que con Carlos III el triunfo del despotismo ilustrado es un hecho, la sociedad estamental propia del Antiguo Régimen se mantiene a finales del siglo XVIII en todo su esplendor.
  4. El documento está fechado en 1787, en los años finales del reinado de Carlos III, el monarca ilustrado más representativo de nuestro país. Un período sin duda de claro triunfo de las políticas reformistas tendentes a promover la prosperidad de la nación pero sin romper con las bases del Antiguo Régimen. Y será esa minoría ilustrada que con el nuevo rey consigue acceder al poder la que promoverá los valores del esfuerzo y del trabajo. Así, convencerá al monarca Carlos III para que en 1783 apruebe la Ordenanza de honorabilidad de todos los oficios, con la intención de atraer a la nobleza a los oficios manuales y al ejercicio de la industria y el comercio. Su fracaso explicará el posterior retraso del país en cuanto a la industrialización, que solo tendrá lugar en aquellas regiones como el País Vasco y Cataluña donde una burguesía emprendedora y dinámica podrá las bases de su prosperidad económica. Con Carlos III triunfa definitivamente el despotismo ilustrado en nuestro país, y el rey reformador conseguirá cierto desarrollo y mejora económica en sectores manufactureros y agrícolas; pero no pudo ni quiso romper con las bases del A. Régimen  por temor a que eso provocara la inestabilidad social y política del país.

sábado, 30 de enero de 2016

COMENTARIO IMAGEN AMADEO I ANTE EL CADÁVER DE PRIM.


Amadeo I de Saboya ante el cadáver de Prim. Antonio Gisbert Pérez. 1870


  1.  El documento consiste en un grabado a color  realizado por el pintor Antonio Gisbert en 1870. Representa al futuro rey Amadeo I velando el cadáver del presidente de gobierno Juan Prim. Aunque está fechado en 1870, no pudo ser realizado en ese año ya que Amadeo no llegó a España hasta el 30 de diciembre de 1870, trasladándose desde Cartagena hasta Madrid donde veló el cadáver el día 2 de enero de 1871. Por consiguiente las fechas no cuadran. Es una fuente primaria y de temática política. El autor Antonio Gisbert estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y, posteriormente, en 1856, en las ciudades de Roma y ParísRepresenta una tendencia pictórica de la segunda mitad del siglo XIX, la pintura de grandes acontecimientos en relación con la historia de cada país. Es la «pintura de historia» o «realismo retrospectivo», pues pretende representar con realismo hechos del pasado histórico nacional. En España representó los ideales liberales. Fue director del Museo del Prado entre los años 1868 y 1873Gisbert acude a Cartagena a recibir al monarca, al que ya conocía de antes,  y pintará dos retratos suyos en traje de gala, convirtiéndose poco menos que en pintor áulico. 
  2. La imagen muestra a Amadeo I junto al cadáver de Prim, asesinado días antes en la calle del Turco. Se encuentran dentro de la Basílica de Atocha. En la obra muestra de forma clara la soledad del rey ante el presidente del gobierno, su principal mentor y valedor. Detrás del rey aparecen algunos militares y políticos del momento, entre los que es posible distinguir al regente el general Serrano. A la izquierda de la imagen unos eclesiásticos, quizás el obispo de Madrid  acompañado por sacerdotes, se acercan al féretro para seguramente dar inicio a un servicio religioso por la muerte del difunto. La imagen de soledad del futuro rey Amadeo I quizás es premonitoria de lo que va a ser su futuro reinado, ya que supuso el fracaso del primer experimento de monarquía democrática en España.
  3. Juan Prim fue asesinado el 27 de diciembre en Madrid. Los autores de su muerte se desconocen, aunque las más recientes investigaciones apuntan a que podrían estar implicados el general Serrano, regente del reino, y el duque de Montpensier, cuñado de Isabel II y pretendiente al trono tras la marcha de ésta. La frustración del duque al no ser elegido por las Cortes como rey de España ante la feroz oposición de Prim sin duda pudo animarle a conspirar contra el presidente del gobierno de acuerdo con el general Serrano, líder de los unionistas y partidario del Antonio de Orleans al trono. El duque había financiado la revolución llamada "La Gloriosa", por lo que tanto Prim como Serrano le debían favores. Su matrimonio con la hermana de la reina Isabel y el hecho de ser hijo del ex-rey de Francia Luis Felipe de Orleans le añadían méritos para ser el mejor candidato al trono español. Pero chocó con la clara oposición de Prim, partidario del duque de Aosta cuyo principal mérito era ser hijo del rey del Piamonte el liberal Victor Manuel II, responsable de la unificación italiana. Amadeo I nunca logró hacerse popular en España a pesar de sus cualidades personales. Salvo Prim, nadie creyó en él. Por eso su reinado fue corto y estuvo plagado por toda clase de conflictos políticos, sociales, independentistas. Tuvo que hacer frente a una oposición enorme (alfonsinos, unionistas, carlistas, Iglesia, republicanos, anarquistas, independentistas cubanos), a un intento de asesinato anarquista y a dos guerras: la 3ª Guerra carlista, desde 1872, y la continuación de la Guerra de los 10 años en Cuba, que había comenzado en 1868. Además, las divisiones dentro del partido progresista entre los constitucionalistas y los radicales le privó a su reinado de una estabilidad política que era imprescindible para el futuro del régimen. Por todo ello, el 11 de febrero de 1783, Amadeo I renunció al trono español y regresó a Italia. Ese mismo día el Senado y el Congreso, reunidos en sesión conjunta, proclamarán la República española.

miércoles, 20 de enero de 2016

COMENTARIO JUNTA REVOLUCIONARIA DE SEVILLA


ESPAÑOLES: La Junta revolucionaria de Sevilla faltaría al primero de sus deberes si no empezara por dirigir su voz a los habitantes todos de esta provincia y a la nación entera, manifestándoles los principios que se propone sustentar y defender como base de la regeneración de este desgraciado país, cuyo entusiasmo no ha podido entibiar tantos siglos de tiranía y cuya virilidad no han podido debilitar tantos años de degradación.
1º) La consagración del sufragio universal y libre como base y fundamento de la legitimidad de todos los poderes y única verdadera expresión de la voluntad nacional.
2º) La libertad absoluta de imprenta, sin depósito, fianza ni editores responsables, y sólo con sujeción a las penas que marca el código para los delitos de injuria y calumnia.

3º) La consagración práctica e inmediata de todas las demás libertades, la de enseñanza, la de cultos, la de tráfico e industria, etc., y la reforma prudente y liberal de las leyes arancelarias, hasta que el estado del país permita establecer de lleno la libertad de comercio.
4º) La abolición de la pena de muerte y el planteamiento del sistema penal penitenciario.

5º) La seguridad individual eficazmente garantizada, así como la absoluta inviolabilidad del domicilio y la correspondencia. [...]
8º) Igualdad en la repartición de las cargas públicas. [...]
11º) Cortes constituyentes por sufragio universal directo, para que decreten una Constitución en armonía con las necesidades de la época [...].
¡¡Viva la libertad!! ¡¡Abajo la dinastía!! ¡¡Viva la Soberanía Nacional!!

                                                                                                       Sevilla, 20 de septiembre de 1868 

  1. El documento hace referencia a un extracto del Manifiesto que la Junta Revolucionaria de Sevilla publicó el día 20 de Septiembre de 1868, un día después de que se redactara el documento rebelde titulado "España con honra",  que significó el disparo de salida de la Revolución de 1868. Es un texto de fuente primaria y de temática política. Los autores son los miembros de esa Junta provisional revolucionaria, el documento es de carácter público y estaría destinado al conjunto del pueblo sevillano pretendiéndose que éste diera su apoyo a la sublevación.
  2. La Junta sevillana hace una exposición de principios cuya finalidad es conseguir la regeneración política de este país tras siglos de absolutismo borbónico que han hecho de España una nación desgraciada y degradada. Las reivindicaciones que se postulan se pueden agrupar en:
    • la defensa del sufragio universal directo (sin intermediarios) como fuente legítima de poder, por el que se elegirán unas Cortes constituyentes que hagan una Constitución democrática.
    • Una amplísima declaración de derechos, tales como la libertad de expresión, la de enseñanza, libertad religiosa, de comercio, de actividades empresariales, inviolabilidad del domicilio y secreto El documento en cuestión de la correspondencia.
    • También se defiende la abolición de la pena de muerte y la reforma del sistema penitenciario.
    • Se plantea una tímida política librecambista como paso previo a una posterior rebaja arancelaria de calado.
    • La necesidad de una reforma fiscal que obligue a todos los ciudadanos a contribuir mediante el pago de impuestos a sostener económicamente al Estado.
    • Finalmente, se hace una defensa de la soberanía nacional y de la libertad y un rechazo profundo de la dinastía borbónica.
  3. La proclama de la Junta revolucionaria de Sevilla guarda muchos puntos en común con el Manifiesto de los sublevados "España con honra", aunque lo sobrepasa por la izquierda. En efecto, la defensa de la soberanía nacional, del sufragio universal directo, de una amplia cobertura de derechos y libertades, etc, son coincidentes en ambos documentos, representando claramente una ideología liberal muy cercana a los postulados del partido demócrata. Igualmente su crítica radical a la monarquía borbónica y la necesidad de convocar una elecciones a Cortes Constituyentes  lo sitúan en la línea de lo defendido por los líderes de  "La Gloriosa".  Y es que el partido demócrata fue uno de los coaligados para acabar con Isabel II y los Borbones, y que tras la firma del Pacto de Ostende consiguieron junto con los unionistas y los progresistas ponerse de acuerdo para preparar una revolución que acabara con el régimen isabelino. El apoyo de las clases populares era fundamental para el triunfo de la Septembrina, y en ello tendría un papel fundamental los demócratas movilizando al pueblo mediante las insurrecciones en las calles y plazas y con la formación de Juntas revolucionarias que destituyeran a las autoridades del régimen anterior por nuevos cargos políticos que apoyasen el cambio político hacia un nuevo régimen más liberal y democrático. Pero esta proclama va más allá del ideario fundamental de los militares sublevados, más conservadores ideológicamente. Eso se puede ver en dos aspectos de este documento: en concreto en los aspectos penales, con solicitud  de la supresión la pena de muerte y una reforma del sistema penitenciario que acabara con los castigos y la tortura en las cárceles y con las detenciones arbitrarias; e igualmente en la reclamación de una reforma fiscal que fuese encaminada a aliviar las cargas impositivas de las clases populares que las asfixiaban económicamente (seguramente reivindicarían una rebaja del impuesto de consumos) y la aplicación de impuestos a las clases adineradas que eran las que deberían de contribuir en mayor cuantía a las arcas del Estado. Estos aspectos sociales de las reivindicaciones de la Junta de Sevilla y de otras Juntas del país no serían respetados por los sublevados una vez que triunfara la Revolución.
  4.  Tras el triunfo de la Gloriosa en Septiembre de 1868, en España se formó un doble poder: por un lado el Gobierno provisional, formado por los líderes de la revuelta: Prim, Serrano, Topete, Sagasta, Figueroa, etc, miembros de los partidos progresista y unionista, dejando al margen del gobierno a los demócratas; por otro lado, las Juntas locales revolucionarias, en manos de los demócratas y que se hicieron con el poder municipal. Ambas instituciones políticas no podían coexistir. Era necesario que una se impusiera a la otra. Mientras que el Gobierno provisional contaban con el apoyo de los elementos más moderados de la revolución, a saber, parte del Ejército, clase medias y altas,  militares, funcionarios..., por el contrario las Juntas eran apoyadas por las clases populares urbanas. En este conflicto acabó imponiéndose el Gobierno provisional, que obligó a las Juntas a disolverse a cambio de cumplir parte del programa político de estas últimas,  dejando para más adelante el apoyo a las medidas más sociales tales como la desaparición de los consumos y de las quintas. Con este triunfo del Gobierno provisional, los elementos más moderados de la revolución se hicieron con ella, despojándola de sus veleidades más radicales y extremas. Hasta que no se produzca el triunfo de la 1ª República española en 1873, el ideario revolucionario demócrata y republicano no se impondrá, y tan solo por unos cuantos meses, ya que fracasará ostensiblemente a finales de 1873.