Por tal razón estamos aquí y se han formado las Brigadas Internacionales. Por esto hay un heroico Batallón Garibaldi, que vuelve a tomar por su cuenta las más valiosas tradiciones del siglo pasado.
Estamos aquí porque queremos para los ciudadanos de nuestro país, los obreros de nuestro país, lo que el Frente Popular de aquí quiere para los ciudadanos, obreros y campesinos españoles...
La victoria en España será para nosotros una etapa hacia la victoria en Italia, hacia la victoria en Europa y en el mundo.
Discurso de Pietro Nenni en Madrid, 6 de febrero de 1937.
1. Se trata de un fragmento del discurso que el socialista
italiano Pietro Nenni (1891-1980) realizó en Madrid en febrero de 1937.
Es por tanto una fuente directa y primaria sobre la guerra civil
española y de temática política. Va
dirigido al pueblo español partidario de la República y especialmente a los
voluntarios italianos enrolados en las Brigadas Internacionales.
Pietro Nenni, de origen campesino, fue primero periodista y
más tarde político. Estuvo en la cárcel donde conoció a Mussolini, del que se
habla en el texto con desprecio. Se unió al Partido Socialista Italiano (PSI)
en 1921. Poco después tras la llegada de Mussolini al poder le criticó en el
periódico “Avanti”. Intervino en la Guerra Civil española como se observa en el
discurso ayudando en la fundación de la Brigada Garibaldi formada por
voluntarios italianos izquierdistas que formaban parte de las Brigadas
Internacionales. Combatió en la guerra española hasta la batalla de Brunete
tras la que marchó a Francia.
2. En este texto Nenni denuncia el apoyo que Mussolini
presta a Franco. Para contrarrestarlo, se forma en Italia el batallón Garibaldi
integrado por italianos antifascistas. Defiende la política social que el
Frente Popular había desarrollado en España en los escasos meses de su gobierno,
y termina finalmente Nenni enmarcando la lucha contra el fascismo en España
como una etapa más dentro de la lucha más general en Europa y en el mundo
contra las tendencias filo fascistas que se extendían imparablemente y que en
Italia, su país, tenía a uno de sus más altos representantes: Mussolini.
3. El dictador
italiano concedió una fuerte ayuda militar en hombres (70.000 combatientes) y
armamento a los sublevados que fue determinante a la hora de inclinar la victoria
del lado franquista junto a la inestimable ayuda de la Alemania nazi. Para
contrarrestar esa iniciativa fascista se formaron las Brigadas Internacionales integradas por voluntarios de muchos
países europeos y americanos (60.000 hombres) de tendencia comunista y
anarquista que apoyaron a la República y
que tuvieron un papel clave en la defensa de Madrid.
Como parte de estas Brigadas se forma el batallón
Garibaldi (héroe italiano del siglo XIX protagonista de la unificación de
su país) integrada por italianos antifascistas, y al que pertenecía el
protagonista del texto.
Tan sólo la Unión Soviética y México prestaron ayuda oficial
al bando republicano en la guerra civil. Una asistencia a todas luces
insuficiente si la comparamos con la que proporcionaron los países fascistas al
bando franquista. Tanto Francia como Gran Bretaña se negaron a proporcionar una
ayuda efectiva al gobierno legítimo republicano.
Este hecho fue
determinante a la hora de la derrota final de la República. Como consecuencia,
a partir de 1936 surgirá en España un nuevo gobierno dictatorial presidido por
Francisco Franco y con fuertes simpatías pro potencias del Eje.
Sin entrar en el análisis de sus causas, es un hecho que In- glaterra está decidida a no hacer frente a la política agresi- va de Alemania, Italia y el Japón. convicción o por ne- cesidad, los hombres que dirigen su política exterior mantienen la tesis de que nada se opone, en principio, a la posibilidad de una pacífica convivencia y colaboración en- tre democracias y dictaduras. (..) Mientras el gobierno in- glés mantenga esa política ante la situación de Europa, no puede adoptar respecto de España otra actitud que la de una hipócrita imparcialidad. Carta de Pablo de Azcárate, embajador de la República española en Londres, febrero de 1938.
ResponderEliminarSin entrar en el análisis de sus causas, es un hecho que In- glaterra está decidida a no hacer frente a la política agresi- va de Alemania, Italia y el Japón. convicción o por ne- cesidad, los hombres que dirigen su política exterior mantienen la tesis de que nada se opone, en principio, a la posibilidad de una pacífica convivencia y colaboración en- tre democracias y dictaduras. (..) Mientras el gobierno in- glés mantenga esa política ante la situación de Europa, no puede adoptar respecto de España otra actitud que la de una hipócrita imparcialidad. Carta de Pablo de Azcárate, embajador de la República española en Londres, febrero de 1938.
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